El vaso

Ayer me di mi primer golpe con el coche. El primero en el que conducía yo, se entiende, que de los otros he tenido un par. Por suerte, o lo que fuera, el golpe fue pequeño, ninguno de los ocupantes de los dos vehículos involucrados sufrió daños, el bollo en mi coche es poco apreciable y mi seguro es a todo riesgo, así que no tendré que hacer frente a nuevas facturas inesperadas. Hubo susto, sí, y nervios, y tensión y momentos de pensar en lo que podría haber pasado, pero…

Yo, personalmente, he optado la decisión de verlos todos medio llenos. Sí, no fue la mejor experiencia de mi vida, pero no fue mala. De hecho, en algunos aspectos, fue hasta buena. Porque, por ejemplo, comprobé que era capaz de rellenar un parte de accidente. Con algún tachón, vale, pero es que la última vez que lo intenté fui incapaz. Así que… bien por mí, la burocracia ya no me asusta.

Y tuve la oportunidad de hablar largo y tendido sobre cosas que me han preocupado bastante tiempo con alguien con quien la relación no es lo que hubiera querido que fuera. Y fue, independientemente de lo que se dijo o de cómo se dijo, bueno. Ser honesta no puede ser sino bueno.

Del mismo modo que la única opción realmente agradable es descubrir que, si quieres, todos los vasos están medio llenos.